Apoyo a la seguridad en las escuelas
Apoyo a la seguridad en las escuelas
Dos comités de ASTM colaboran para ayudar a los funcionarios escolares a identificar las mejores soluciones de seguridad para sus necesidades específicas.
La violencia armada es una triste realidad en el mundo actual. Con demasiada frecuencia vemos titulares de todo el mundo que describen la tragedia más reciente, y con demasiada frecuencia esa tragedia tiene como escenario una escuela. Después de cada uno de esos incidentes surgen muchas preguntas similares, pero la más importante de ellas es: ¿cómo podemos hacer que las escuelas sean más seguras?
Dos comités de ASTM International se han unido para responder esa misma pregunta. Aunque su trabajo en la guía propuesta —“Mitigación de agresores armados en instituciones educacionales” (“Mitigating Armed Aggressors in Educational Institutions”)— todavía no ha finalizado, los miembros de los Comités de aplicaciones de seguridad nacional (E54) y de sistemas y equipos de seguridad (F12) ya han delineado un ambicioso esquema que abarca prácticamente todo, desde evaluación de riesgos hasta diseño de edificios, simulacros y ejercicios. Además de recopilar tanta información como fuera posible sobre mejores prácticas y opciones tecnológicas, los comités también están explorando un enfoque singular basado en datos que puede contribuir en primer término a prevenir que se produzcan tales incidentes.
No hay un estándar general
El trabajo comenzó en la primavera de 2018 con un artículo en un periódico local. Jonathan Shull, miembro de ambos comités, se enteró de que su escuela local —a la que había asistido de niño y a la que asisten ahora sus hijos— estaba instalando película antibalas en las ventanas del edificio. “Como experto en el campo de protección antiterrorismo, sabía que esta película no resolvería el problema. Llamé al consejo escolar y me dijeron que no hay nada en ninguna parte que diga qué debemos hacer, pero debemos hacer algo”, explica.
Cuando comenzó a investigar el problema, Shull —especialista en seguridad física y estructuras de protección en Parsons, una firma de diseño de infraestructura crítica— pronto descubrió que no había estándares de diseño generales que orientaran a los funcionarios, arquitectos e ingenieros de escuelas a través del confuso fárrago de información sobre los numerosos tipos de materiales de resistencia balística disponibles. Ni había estándares que cubrieran los tantos otros productos y sistemas promocionados como posibles soluciones al complejo problema de mejorar la seguridad escolar.
Por esa época, Shull se conectó con su viejo amigo y colega de ASTM Jeff Brown (que también es miembro de F12 y de E54). Como experto en el campo de diseño y consultoría en seguridad en Live Oak Consultants, que trabaja con sistemas escolares en problemas de seguridad, Brown estaba bien al tanto del problema de tener demasiada información. “Existe en todas partes una enorme cantidad de orientación para el diseño general”, explica. “Sin embargo, la orientación para el diseño respecto a la seguridad se enfoca principalmente en instalaciones militares y gubernamentales. La mayor parte de la orientación existente sobre seguridad no militar y no gubernamental habla de generalidades acerca de los sistemas, disposiciones y problemas operacionales de seguridad, pero [no ofrece] nada demasiado específico”.
Cuando Shull sugirió trabajar en este problema a través de ASTM, Brown estuvo totalmente de acuerdo. “El rápido envío de un correo electrónico al personal de F12 puso las cosas en marcha”, comenta Shull. “También soy miembro de E54; ellos tratan con problemas similares, pero más desde la perspectiva de las fuerzas del orden, por lo que llevarlos a la mesa para elaborar un documento conjunto era algo obvio”.
Los dos amigos estaban de acuerdo en que la ausencia de una fuente única y ampliamente aceptada de información creíble y objetiva sobre el diseño de escuelas más seguras era un gran problema, y que había una necesidad urgente de tal recurso. “Existen muchos compartimientos estancos de experiencia, ideas innovadoras y soluciones en todo el país que se implementan en el diseño de instituciones educacionales”, comenta Brown. “Pero la comunidad de diseño necesita un documento o estándar general que reúna toda esta información y las mejores prácticas en una fuente única y tenga la autoridad de revisión e investigación de una institución de estándares como ASTM”.
Jason Destein, fundador y propietario de la consultoría en seguridad escolar Securable Alternatives LLC y miembro de E54 y F12, está de acuerdo. “El desafío de la seguridad escolar aparece cuando se tiene una industria con miles de fabricantes de productos de seguridad, miles de consultores y decenas de miles de usuarios finales, todos con diferentes opiniones y enfoques sobre cómo mantener las escuelas seguras”, explica. “Con tantos puntos de vista diferentes dando vueltas, y administradores escolares que sienten la intensa presión generada por el sentido general de urgencia que exige hacer algo, lo que sea, para tratar de que los niños estén seguros en la escuela, lo que se puede esperar es confusión y frustración”.
Para hacer frente al desafío, se anunció en junio de 2018 un estándar de mitigación de agresores armados como resultado de la iniciativa conjunta de E54 y F12. El trabajo posibilitará que los administradores, arquitectos e ingenieros escolares evalúen mejor los pros y contras de los numerosos productos y servicios que se promocionan como la respuesta al problema de la seguridad escolar.
Sobrecarga de información
Según la firma consultora en tecnología IHS Markit, el sector de educación del mercado de equipos y servicios de seguridad generó un ingreso de 2700 millones de dólares en 2017, el último año del que se disponen las cifras completas. Esta cifra engloba una impresionante cantidad de opciones: materiales de resistencia balística, tarjetas de identificación con botón de pánico incorporado, software de reconocimiento facial, sensores de detección de armas de fuego, procedimientos de respuesta ante emergencias, capacitación sobre tiradores activos, etc.
El problema no es necesariamente si esos productos “funcionan”. Probablemente, la vasta mayoría sean intentos lícitos, de buena fe, para abordar objetivos muy específicos (identificación de individuos sospechosos, facilitación de bloqueos, etc.). El problema es que los funcionarios escolares carecen de orientación frente a una montaña de material de marketing diseñado para convencerles de la capacidad de “esta” tecnología o de “ese” enfoque para hacer sus escuelas más seguras. “Debido al clamor de los padres, docentes, estudiantes y personal de las escuelas para 'hacer algo' o 'hacer más', [los funcionarios] se extravían en el mundo de los artilugios y los dispositivos”, señala Brown.
Tomemos las cámaras, por ejemplo. Destein señala que los rápidos avances de la tecnología hacen que una decisión que ya era difícil resulte aun más complicada. “¿Tengo que tener una cámara con resolución Ultra 4K o habrá otra cosa más apropiada? ¿Cuál es la cámara que se debe tener? ¿Necesito que tenga determinada característica? ¿Qué tipo de memoria necesito tener y durante cuánto tiempo debo conservar el video? ¿Qué marcas de agua probatorias se requieren? En la actualidad existen cientos de características diferentes incorporadas en la vigilancia de video, por lo que puede resultar abrumador para los funcionarios escolares con poca experiencia en esta área determinar qué es lo correcto o lo mejor”.
Una herramienta potencial que Destein y Brown están desarrollando, y que los entusiasma, es un cuadro de mando de contramedidas. Ellos piensan que alentará a los funcionarios escolares a hacer una serie de preguntas fundamentales al evaluar los méritos relativos de las diversas opciones de seguridad: ¿obtendré el máximo provecho de esta cámara si se coloca aquí? ¿Cuál es el valor disuasivo si instalo la cámara allí? ¿Estas contramedidas ayudarán a reducir el acceso a las áreas restringidas? “Estas preguntas posibilitarán la toma de mejores decisiones basadas en datos, y por lo tanto la obtención de mejores resultados de las contramedidas que se implementan”, comenta Destein.
“Las escuelas son expertas en enseñar a nuestros hijos. No son expertas en soluciones de seguridad específicas”, añade Destein. “Creo que la confusión siempre va a formar parte de la ecuación, pero si podemos hacer que el proceso de selección e implementación sea menos confuso, las escuelas estarán en una mejor posición para tomar más decisiones estratégicas por sí mismas, en lugar de estar a merced de lo que un vendedor o consultor les dice que hagan”.
Rendimiento de la prevención
Gran parte del debate actual sobre la violencia en las instituciones educacionales comienza con preguntas que surgen después de que un incidente ya comenzó. ¿Qué tipo de sistema de control de acceso será más efectivo para prevenir la entrada de un tirador a una escuela? ¿Dónde deben colocarse las cámaras para tener la mejor visión de un tirador que se desplaza a través de los pasillos? ¿Pueden adaptarse las estructuras de “refugio en el lugar”, diseñadas para proteger a los estudiantes durante condiciones climatológicas inclementes, para ofrecer una protección similar ante las armas de fuego?
Pero ¿por qué no volvemos atrás y examinamos si el agresor armado pudo haber sido identificado y frustrado antes de su llegada a la institución? ¿Y si además de considerar el rendimiento de la inversión en compras relacionadas con la seguridad, los funcionarios escolares pudieran considerar el rendimiento de la prevención?
“Tratamos de adoptar un enfoque más orientado a la prevención en lugar de uno reactivo”, explica Destein. “La industria de la seguridad está hipercentrada en responder más rápido una vez producido un incidente, y debemos centrarnos en eso. Pero no debemos tener miedo de considerar la incorporación de un enfoque diferente y ver qué medidas preventivas podemos diseñar”.
Uno de estos elementos está específicamente en la evaluación de amenazas: ¿cómo se desarrolla una evaluación de amenazas para agresores armados y se diseña un edificio basado en esa evaluación y que también tome en cuenta cómo podría evolucionar la amenaza en los próximos 10-20 años? Y además: ¿existe una forma de incorporar en el diseño iniciativas de reducción de la tensión (de-escalation) para hacer que la escuela sea menos estresante para los niños?
“Lo que es realmente estimulante es que detrás de lo que tratamos de desarrollar hay un enfoque basado en datos”, comenta Destein. “Estamos examinando no solo los aspectos históricos de la agresión armada en las escuelas sino también las condiciones existentes en las escuelas que pueden conducir a una agresión armada. Es fundamental comprender lo que nos dicen los datos, no solo en términos de cómo actúan los perpetradores sino también cómo fue su conducta previa a la agresión”.
Destein subraya lo importante que es para los funcionarios escolares centrarse en los atributos especiales de su área particular. “Hay mucha investigación sobre agresores armados en entornos escolares a nivel nacional, pero lo que trato de que las escuelas estudien es qué le dicen a usted sus datos. Es importante que la evaluación de amenazas no se ocupe tanto de que los tiroteos escolares aumentan en todo el país sino centrarse localmente en su distrito escolar. Las conductas que llevan a alguien por el sendero de la violencia ¿muestran un aumento año tras año, por edificio o por nivel de estudios?”
“Estamos en un punto en el que podemos realmente profundizar sobre cómo se manifiesta este sendero de la violencia”, señala, y en base a esa capacidad “pienso que usted va a ver que con este estándar de ASTM surge algo realmente diferente”.
Según la visión de Destein, proporcionar el contexto histórico y una idea de la manera en que tales amenazas pueden evolucionar a lo largo del tiempo puede dar a los arquitectos y a los administradores de escuelas.
El camino a seguir
El esfuerzo por desarrollar un estándar de mitigación de agresores armados está impulsado por una sensación de urgencia, una urgencia que se refleja en la decisión de involucrar dos comités de ASTM diferentes.
“Esto es de alguna manera nuevo para ambos comités”, señala Shull. “Habíamos tenido varias reuniones en las que lanzamos la idea de que F12 y E54 calibraran el interés e identificaran las personas que pudieran contribuir de una u otra forma. Actualmente tenemos equipos que abordan diversos subtópicos del estándar”. (Ver esquema del estándar propuesto en la barra lateral).
Aprovechar el trabajo que hacen otros miembros de ASTM es una parte importante del proceso de recopilar la documentación de los numerosos estándares pertinentes que ya existen. Para citar solo un ejemplo, WK63319 es una nueva especificación de productos resistentes a las balas, como separadores de cubículos, barreras transparentes no estructurales, barreras de puesto de seguridad, y barreras instaladas en juzgados, salas seguras de escuelas y mostradores de servicios. Esta especificación, actualmente sometida a su primera votación de subcomité, es el tercer ejemplo de una serie de estándares relacionados. Los tres serán sin duda examinados y bien pueden incorporarse de alguna manera al estándar general de mitigación de agresores armados.
Casandra Robinson, del Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de los EE. UU. (U.S. National Institute of Standards and Technology), dirige las tareas de este tema de trabajo en el Subcomité de equipos personales de ASTM (54.04). “En general, E54 trabaja en colaboración con F12 para asegurar que desarrollemos estándares complementarios, no redundantes. WK63319 se aplicaría a paneles o barreras que se adaptan a espacios existentes en escuelas”, explica.
Para la época de la reunión del F12 en octubre próximo en Houston, Shull, Brown y los equipos planean haber recopilado la mayor parte de la documentación necesaria sobre los estándares actuales, y el responsable de cada tema pondrá al día al grupo sobre el contenido y el estado de su sección. Los objetivos a más largo plazo incluyen contar con un borrador del documento listo para la reunión de primavera del F12 en abril próximo, con una versión lista para la votación en las reuniones del E54 de julio de 2020.
“Queremos que los consejos escolares y sus arquitectos e ingenieros pueden usar este documento para ayudarles a abordar la seguridad escolar al igual que el Código de Construcción Internacional (International Building Code) les dice cómo diseñar para cargas ambientales”, señala Shull. “La solución es un sistema complejo, y este documento intenta capturar los elementos esenciales de ese sistema en todo el camino desde la concepción hasta la implementación”.
Jack Maxwell es un escritor independiente que reside en Westmont, Nueva Jersey, EE. UU.
Louis Rapoli, presidente y fundador de Spartan School Consulting y consultor de los Comités de ASTM F12 y E54, contribuyó a este artículo.
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El estándar propuesto para la mitigación de agresores armados en instituciones educacionales incluye en la actualidad 12 secciones, que pueden cambiar a medida que el estándar propuesto se acerca a la votación del año próximo. El borrador está siendo desarrollado por miembros de los Comités de sistemas y equipos de seguridad (F12) y de aplicaciones de seguridad nacional (E54).
1. Evaluación de amenazas/vulnerabilidad/riesgo
2. Intervención/Prevención
3. Perímetros
4. Esquemas de distribución
5. Sistemas/Tecnología
6. Componentes del edificio
7. Operaciones
8. Simulacros y ejercicios
9. Seguridad considerando el entorno educacional/de aprendizaje
10. Resumen de la orientación/conocimiento/experiencia existente (apéndice)
11. Inspección/Certificación de la instalación por terceros
12. Financiamiento – Estatal/Federal