Mantener a los niños a salvo en Halloween
En muchos países de todo el mundo, ya casi se está por celebrar esa fecha nuevamente. Los fabricantes de disfraces lanzan al mercado sus últimos diseños con la esperanza de atrapar la imaginación de los compradores más jóvenes. Mientras tanto, los padres pueden estar planeando las celebraciones o trazando las rutas que recorrerán con sus pequeños en busca de dulces y golosinas. ¿Y los niños? Están ansiosos por vestirse para la ocasión y comenzar a blandir espadas de luz.
Estamos hablando, por supuesto, de Halloween, una festividad que se celebra en todo el mundo, desde México hasta Irlanda o Italia. Y aunque la pandemia del coronavirus sin duda afectará algunos aspectos de esta popular celebración en todo el mundo, algo que de seguro no tocará es el deseo de niñas y niños de hacer volar su imaginación para transformarse en criaturas y personajes distintos a ellos.
Sin importar lo divertido que resulte este espectáculo anual, esta festividad conlleva un elemento sumamente serio: la seguridad. Algunas comunidades reservan las últimas horas de la tarde para salir a pedir dulces con el fin de evitar los riesgos que conllevaría una estampida de niños en la calle después de oscurecer. Con frecuencia, los padres acompañan a sus hijos en sus recorridos, y muchos de ellos inspeccionan las bolsas de golosinas para asegurarse de que todo su contenido sea seguro para comer.
Y además están los disfraces, que es donde ASTM International entra en escena. Uno de los estándares más ampliamente utilizados para determinar la resistencia al fuego de diversas telas es el método para determinar la inflamabilidad de las telas para prendas de vestir (D1230). Desarrollado por el comité sobre textiles (D13) y actualizado por última vez en 2017, este estándar se encuentra bajo revisión para reflejar los nuevos desarrollos de la industria.
Ley sobre las telas inflamables
La historia de la inflamabilidad de las prendas de vestir en los EE. UU. se remonta a 1953, cuando el Congreso promulgó la Ley de Telas Inflamables (Flammable Fabrics Act, FFA). Esta disposición estipulaba que se efectuara una prueba para determinar si una tela o conjunto de prendas eran "tan altamente inflamables como para considerarse peligrosas al ser usadas por las personas".
La aplicación de esta ley originalmente recayó en el ámbito de la Comisión Federal de Comercio de los EE. UU., pero fue transferida a la Comisión de Seguridad de los Productos de Consumo (CPSC) desde su creación en 1972. Este cambio dio a la CPSC el poder para expedir y enmendar estándares de inflamabilidad para las prendas de vestir. En 1975, la comisión incorporó el estándar sobre inflamabilidad de las telas para ropa en la ley federal bajo el Título 16 del Código de Reglamentos Federales (CFR), Parte 1610. Su eficacia se refleja en las menciones que se hace de ella en los reglamentos de otros países como base para determinar la inflamabilidad de los textiles.
Este estándar, conocido en la industria simplemente como "el 1610", incluye una descripción de los dispositivos que deben usarse y los procedimientos que deben seguirse para probar las telas que se pretenda usar en ropa o prendas terminadas. También hace una distinción entre dos tipos básicos de telas: las que tienen superficie lisa y las que tienen superficie realzada (es decir, afelpada), y se establecen tres clases de inflamabilidad.
Tres clases de inflamabilidad:
- Clase 1 (inflamabilidad normal). Tiempo de combustión igual o superior a 3,5 s (superficie lisa). Tiempo de combustión superior a 7 s, o de 0 a 7 s sin combustión de la base (superficie realzada). Cumple con el requisito más exigente del estándar y es aceptable para usarse en ropa.
- Clase 2 (inflamabilidad intermedia). Solo es aplicable a textiles con superficie de fibras realzadas. Tiempo de combustión de 4 a 7 s (incluye los valores del rango) con combustión de la base. Más inflamable que la clase 1, pero a pesar de ello cumple con los requisitos del estándar y es aceptable para usarse en ropa.
- Clase 3 (combustión rápida e intensa). Tiempo de combustión menor a 3,5 s (superficie lisa). Tiempo de combustión menor a 4 segundos con combustión de la base (superficie realzada). No puede usarse para prendas de vestir en los EE. UU.
Ellen Roaldi, presidente del subcomité sobre inflamabilidad (D13.52) y especialista sénior de consultoría técnica global en Bureau Veritas, resalta la importancia de este tipo de pruebas. "Es una herramienta eficaz para eliminar las telas peligrosamente inflamables", dice.
Pasar la prueba
La mayoría de las telas son esencialmente susceptibles al fuego. No obstante, variables como el contenido de fibras, el peso, la construcción y el acabado determinan la medida en que es inflamable una tela en particular, qué podría suceder si se enciende y qué tan rápido se quemará. Es necesario efectuar pruebas para observar y cuantificar la manera en que las diferentes características de una tela afectarán su desempeño al exponerse a una flama abierta.
La primera prueba utilizada para evaluar la resistencia a la flama de una prenda de vestir se llamaba "prueba de inflamabilidad de los textiles para ropa" (estándar comercial 191-53), la cual se encontraba especificada en la legislación original de la FFA. Los procedimientos utilizados pasaron a formar parte de la ley federal en 1975 bajo el Título 16 del Código de Reglamentos Federales (CFR), Parte 1610, y se actualizaron por última vez en 2008.
La prueba se lleva a cabo en cinco especímenes de tela de 50 x 150 mm (2 x 6 in), y debe efectuarse dos veces: la primera en su estado original, y la segunda después de realizar un proceso conocido como "renovación", que esencialmente consiste en un lavado en seco y otro convencional. Los especímenes se evalúan en una cámara de pruebas de inflamabilidad especial que es a prueba de corrientes de aire, ventilada y equipada con un bastidor para sostenerlas en un ángulo de 45°. Se aplica una flama a la superficie cercana al borde inferior de la tela por un segundo, y entonces se toma el tiempo que le lleva al fuego recorrer 127 mm (5 in) hacia arriba de la muestra.
Los resultados se obtienen promediando el tiempo que le lleva al fuego propagarse en cada uno de los cinco especímenes. Si el resultado es inferior a 4 s para una muestra con superficie realzada, o 3,5 s para una muestra con superficie lisa, deben probarse cinco muestras adicionales, y el tiempo de propagación del fuego se calculará promediando los tiempos de propagación de las diez muestras, o de todas las que se quemen. La clasificación final de la tela se basará en el menor valor entre los resultados obtenidos de las pruebas efectuadas antes y después de la renovación.
El método de ASTM para probar la inflamabilidad de los textiles para prendas de vestir (D1230) es muy similar al que prescribía el estándar 1610, lo que no es sorprendente porque miembros de ASTM International contribuyeron al desarrollo del estándar federal. Una diferencia es que, conforme al estándar D1230, las pruebas de tela se secan en un horno durante 30 minutos y luego se colocan en un secador durante 15 minutos más antes de la prueba.
No obstante, a pesar de los muchos elementos que ambos estándares comparten, es importante destacar que el D1230 no puede usarse en las pruebas de aceptación de materiales textiles para prendas de vestir comerciales. Las normas de la CPSC exigen que dichos materiales cumplan con el estándar 1610. El método de ASTM proporciona una alternativa más rápida y menos onerosa que las empresas pueden usar para sus propias investigaciones y actividades de desarrollo de productos.
Nuevos equipos y reglamentos
Una razón por la que este estándar se encuentra una vez más bajo escrutinio es tan simple como mirar un calendario. Los estándares de ASTM International deben revisarse en ciclos de cinco años, y el estándar D1230 fue revisado por última vez en 2017. Para tener la próxima versión lista para su aprobación y adopción en 2022, el subcomité está poniendo las cosas en marcha desde ahora.
Dar ímpetu a este proceso programado de la manera acostumbrada corresponde a una solicitud de la CPSC para actualizar el método de prueba actual del estándar 1610. "Esta solicitud es parte de una revisión estándar, pero también aborda la necesidad de actualizar el estándar para adecuarlo a los nuevos equipos de lavado que usan los consumidores, los nuevos solventes utilizados para el lavado en seco, los nuevos métodos de lavado e incluso excepciones en el estándar", dice Roaldi. "Básicamente se trata de revisarlo para ponerlo al día con las prácticas más recientes de los consumidores".
John Crocker preside el comité sobre textiles (D13). También funge como gerente de desarrollo de negocios para SDL Atlas, un proveedor global de equipos para pruebas de textiles, control de calidad y de laboratorio. "Los equipos de lavado y las condiciones actuales han cambiado notablemente desde hace unos años, cuando solían ser elegidos y aprobados por los comités con base en reglamentos impuestos por la Agencia de Protección Ambiental de los EE. UU. (EPA) y el Departamento de Energía de los EE. UU.", dice. "Los ajustes de temperatura, la velocidad y el estilo de agitación, la velocidad de giro y los tiempos de lavado y agitación han sufrido cambios año tras año. Aunque algunos cambios parecen menos significativos que otros, el resultado neto ha resultado ser un blanco en movimiento a la hora de establecer cuáles son los resultados correctos de un instrumento a otro".
Otro cambio que muy probablemente tendrá un impacto en las revisiones del estándar D1230 tiene que ver con el percloroetileno, uno de los solventes más utilizados en la industria del lavado en seco. El "perc", como se le conoce comúnmente, terminará de eliminarse definitivamente en California en 2023, y la EPA ha ordenado que las tintorerías ubicadas en edificios habitacionales dejen de usar máquinas de perc para finales de este año. Algunos estados ofrecen asistencia económica y técnica a los propietarios de establecimientos de lavado en seco para encontrar alternativas menos tóxicas.
"La transición del percloroetileno es una iniciativa impulsada por la EPA con base en su potencial carcinogénico", explica Crocker. "El problema es que hay muchas tecnologías ecológicas emergentes sobre las que los comités no están muy enterados. La industria de la limpieza necesita estandarizar un proceso para que las comunidades de etiquetado y pruebas puedan desarrollar estándares que repliquen lo que el consumidor está haciendo".
Los niños y el fuego
Es importante darse cuenta de que no es común que los millones de niños que corren de aquí para allá usando capas y vestidos de princesa el 31 de octubre estén pensando en la seguridad. Por eso es tan importante minimizar la posibilidad de que algo salga mal.
Y, lamentablemente, las cosas salen mal en algunas ocasiones. De acuerdo con la CPSC, al menos 16 casos de lesiones por quemaduras en menores de 15 años relacionados con disfraces, incluido un deceso, fueron contabilizados en los Estados Unidos de 1980 a 2003. Ocho de las víctimas tenían siete años o menos, mientras que cinco de ellos estaban en el rango de 8 a 12 años.
"Los niños pueden caminar por la calle usando disfraces sueltos y livianos sin percatarse de la presencia de alguna vela prendida en la acera. O también pueden tener contacto con alguna calabaza tallada que lleve dentro una vela encendida", señala Roaldi. "Con frecuencia no saben bien qué hacer y corren en pánico cuando se exponen a una flama y se produce una ignición. En algunos casos se esconden, quizá porque piensan que estarán protegidos si no pueden ver la flama".
Las telas de los disfraces son solo una parte del problema. "Incluso si las telas cumplen con los estándares, los disfraces tienen otros componentes que pueden hacerlos aún más inflamables", destaca Roaldi. "Por ejemplo, la diamantina adherida con pegamento o los accesorios de espuma que se fijan al producto. Los fabricantes tienen que estar muy conscientes de que estos productos deben probarse con los accesorios puestos, ya sea que estos se adhieran con pegamento o se sobrepongan. No solo deberían probar la capa de base en el momento de elegir al proveedor de la tela, sino que tendrían que ir más allá de eso y hacer una prueba que sea más representativa del producto terminado".
La ardua labor necesaria para alinear los estándares D1230 y 1610 con la realidad del mercado actual apenas comienza. Pero el compromiso de todas las partes interesadas para asegurar que los disfraces de Halloween y todas las prendas de vestir sean seguras es muy firme.
"Los diversos comités de estándares que hay en el mundo hacen su mejor esfuerzo por desarrollar métodos que representen adecuadamente lo que el cliente desea ver en el campo", dice Crocker. "Los clientes rara vez conocen los detalles que hay alrededor de su compra, pero en última instancia todo se remonta al momento en que el fabricante original de la tela cumple con la especificación de un producto. Este necesita saber cómo fabricar un material que cumpla con el desempeño requerido para el uso final. Si algo se cuela por una rendija, puede ocurrir una falla. Esta es la razón por la que existen los estándares: para garantizar que un producto cumpla con lo que se necesita de él en el uso final".
Jack Maxwell es un escritor independiente que reside en Westmont, Nueva Jersey.